Reivindicar el cruce de culturas, las bondades que surgen de la interrelación entre usos y costumbres diferentes, mismas que a veces chocan entre sí y generan muerte y destrucción (durante los periodos de conquista y dominación colonial), pero que más tarde, con el paso del tiempo y cuando se impone la paz y el progreso, devienen en un mestizaje vigoroso y creativo que se vuelve testimonio de un engrandecimiento civilizatorio en todos los órdenes: la lengua, la religión, el arte y la vida cotidiana.
En todo caso, lo que resulta criticable no sería el carácter “foráneo” de esas festividades religioso-populares, sino la manera burda y excesiva como se comercializan tales costumbres en las sociedades contemporáneas. Pero este afán de lucro, por desgracia, difícilmente podrá limitarse o extinguirse, tal como lo demuestra la mercantilización incesante de festejos recientes como el Día de la Madre y el Día de la Amistad. Y no por ese comercialismo vamos a dejar de regalar afecto en esas fechas convencionales.
Lo que sí resulta lamentable es fomentar a través de las redes sociales el miedo social y el sectarismo religioso, más aún si se arguye que existen motivaciones satánicas y fines perversos en la celebración de las festividades populares citadas.
Además de que debemos ser respetuosos y tolerantes con las costumbres ajenas, es recomendable considerar este asunto con un ánimo lúdico y pedagógico. Así entonces, debemos darle la bienvenida a todas aquellas fiestas religiosas y paganas que fomenten la diversión, la imaginación, la socialización y la felicidad de los niños.